Una mujer del renacimiento
Multidisciplinar, capaz de simultanear la rigurosidad y aridez de ICADE con el caos controlado del arte. Con la sensibilidad para descubrir la belleza y la generosidad para compartirla. Con la admirable misión de facilitar que nuevos artistas se desarrollen hasta su plenitud y nos regalen una visión estética diferente del mundo.
Una Mujer del Renacimiento. Es el mejor calificativo para Candela, nuestra maestra-anfitriona en dos jueves consecutivos. Dos, porque éramos tantos curiosos deseosos de visitar su casa-museo y escuchar su relato personal del arte y del coleccionismo que tuvimos que dividirnos en dos grupos.
Candela nos explicó con verdadero brillo en los ojos cada uno de sus cuadros, esculturas y fotografías tesoro. Un brillo muy especial, ese que solo percibes de quien, en ese momento, está viviendo aquello que le apasiona… Si todos tuviéramos ese brillo en los ojos cada día de nuestras vidas os aseguro que el mundo sería un lugar muy diferente.
Studiolo. Que misteriosa palabra. Como ella misma explicaba, “el Studiolo era un lugar secreto, incluso con acceso oculto, que solo se abría, como se abre la intimidad, a unas pocas personas”. El Studiolo de Candela es totalmente distinto. Tal y como ella dice “es abierto y expansivo, disfruto compartiendo mis obras no solo con mis amigos, sino con cualquier persona que se interese por ellas”. Esa desmedida generosidad, hace que Candela sublime su condición de Mujer del Renacimiento.
Ella es, sin duda, también una gran artista. Porque es todo un arte, complejo y difícil, aunar, dándoles un sentido, tamaña variedad de piezas. Su colección cuenta una historia cuidadosamente tramada, y la redacción de ese guion es una delicada obra de arte.
El Principio de Emergencia, ese pequeño milagro por el que las propiedades de un sistema van mucho más allá de agregar las propiedades de los elementos que lo constituyen (el todo es mucho más que la suma de las partes), se cumple de manera asombrosa en la colección de Candela. Su personal composición es, sin duda, la mejor de sus obras de arte.
Ella nos contó que el hecho de que casi todo fueran “cabezas” unificaba su colección. Usando de nuevo sus palabras “la cabeza, ese lugar capital en nuestro cuerpo, sede de la vitalidad humana, cofre que contiene todos nuestros pensamientos y la mayoría de nuestros órganos sensoriales, contenedor de fuerzas animadas y portal de intercambio con el entorno, aposento de la cordura y de la locura”.
No se me ocurre mejor motivo para una colección de arte que la cabeza humana. Al fin y al cabo, el arte -todo el arte-, pintura, escultura, fotografía, cine, literatura, poesía, teatro, música, está contenido exclusivamente en nuestra cabeza.
Pero discrepo con Candela. El motivo central de su exposición no son obras de arte sobre cabezas. Es su cabeza. La cabeza de Candela. Sus pensamientos, sus sentimientos, sus emociones, sus sensaciones, su felicidad, sus frustraciones, sus traumas, su personalidad, sus matices más íntimos, su “studiolo» -este sí- secreto. Todas las fascinantes vivencias que ha ido atesorando en su cabezaestán mostradas, una tras otra, en su colección.
Por eso, Candela, GRACIAS con mayúsculas, por compartir tanto con nosotros. Por compartir el relato más íntimo de tu vida, el que has escrito con tu colección de arte.