Inteligencia artificial, emigración y la tumba de un visir rebelde

¿Hemos llegado a Ítaca? No. Ítaca es inalcanzable. Hay quien dice, incluso que no existe. Ítaca es un viaje sin destino. Quizás esto es lo más importante que hemos encontrado en este ciclo que, con nostalgia, la semana pasada hemos visto finalizar.

Tres últimas charlas nos han dejado en shock. Por razones tan diferentes que, en el fondo, son la misma. Néstor Guerra nos habló de la inteligencia artificial. De cómo la realidad es cada vez más difusa. De un camino que -sin atisbo de duda- hemos comenzado a transitar y que no tenemos ni idea de adónde nos va a conducir. ¿Dónde está el Ítaca de la inteligencia artificial? No podemos responder a esta pregunta. Podremos escribir ensayos, novelas de ciencia ficción, utopías y distopias… Ignoramos a dónde nos lleva. Porque, por primera vez, estamos ante una capacidad que nos excede. Un chimpancé no puede ni soñar entender la teoría de la relatividad. Un humano no puede ni soñar entender a dónde nos lleva la inteligencia artificial en un futuro más próximo de lo que imaginamos.

Y curiosamente no hay nada más profundamente humano que la inteligencia artificial. Compartimos muchas de las partes de nuestro cerebro con otros mamíferos, e incluso reptiles. Nuestra corteza prefrontal, sin duda “el as en la manga” evolutivo de nuestra especie, es privativa de los humanos, pero fruto de una evolución en la que otros muchos “homos” nos han ayudado a darle forma. Sin embargo, la inteligencia artificial es nuestra más genuina inteligencia. La única exclusivamente humana. Y, gran paradoja, quizás por eso es la que nunca podremos predecir. Es nuestra puerta de atrás, nuestra Ítaca desconocida e indescifrable.

España era el Ítaca de Mori. Y la travesía fue penosa y larga. Trufada de chamanes mafiosos, de bosques infernales, de pateras sin suficiente combustible… Las sirenas, los Polifemos, los Poseidones de Odiseo, eran burdas pruebas infantiles al lado de la realidad que vivió Mori. Y, como todo buen héroe, lo contaba como si hubiese ido a dar un apacible paseo de una mañana de verano. Al final, España resultó ser la “buena Ítaca” que buscaba. Pero solo gracias a que algunas personas, con nombres y apellidos, lo hicieron posible.

¡Que paradoja! El futuro es de aquellos que mejor sepan dialogar con la inteligencia artificial. Y, obviamente, estos solo pueden ser los jóvenes. Los que hace tiempo que dejamos de serlo tratamos de hacerlo lo mejor que podemos, pero nos falta esa intuición digital que solo los jóvenes poseen. Hace 24 años lo demostró Sugata Mitra en Calcuta, con su experimento “Hole in the Wall”. Los niños analfabetos navegaban por Internet con una pericia asombrosa.

El mundo del futuro -digital y plagado de inteligencia artificial- es de los jóvenes. Y en Europa no hay jóvenes. En África, sin embargo, más de la mitad de la población lo es. Según este elemental razonamiento, el futuro debería ser de África. Quizás la Ítaca de los niños africanos -si se tomasen las medidas adecuadas- estaría allí, en su propia casa. Ousman Umar nos enseñó a algunos que esa utopía podría ser posible.

¿África el lugar más civilizado del mundo? ¡Por qué no! Ya lo fue en el pasado. Y si no que se lo pregunte a nuestro último e ilustre ponente el Dr. Francisco Martín-Valentín. Egipto es parte de África. Y Egipto fue, durante más de 3000 años, el lugar más civilizado del mundo. A nosotros, orgulloso y acomodados europeos, nos parece que nuestra civilización ha sido siempre el referente y que lo seguirá siendo. Egipto fue el referente durante más de 3000 años. Y finalmente dejó de serlo. Quizás pronto nos llegue el turno del entregar el relevo a nosotros.

El profesor Martín-Valentín, en su delicioso discurso, nos describió una parte de la historia de Egipto. Ese momento trepidante en el que Akhenaton intentó cambiar los pilares de su civilización imponiendo el culto a un solo dios. Un episodio apasionante, del que se sabía muy poco y del que, gracias al profesor Martin-Valentín y a Teresa Bedman, ahora el mundo sabe mucho más. Tuvimos el privilegio de escuchar a un sabio “mendicante” como él se autodefinió. Porque -paradojas de nuestro querido mundo- es fácil encontrar decenas de millones de euros para fichar a un jugador de fútbol o remodelar un estadio, pero hay que mendigar para hacer arqueología y entender algo mejor lo que nos ha llevado hasta aquí. Lo que nos ha hecho ser como somos.

Hay que entender lo que sucedió hace 3.000 años para explicar por qué hoy invertimos cantidades absurdas en divertimentos cómo el fútbol. Os aseguro que, lo que sucedió en los tiempos de Akhenaton, de alguna forma, explica por qué inevitablemente desarrollaremos la inteligencia artificial hasta sus últimas consecuencias. Y por qué Mori encontró su Ítaca en España. En la excavación del profesor Martin-Valentín y Teresa Bedman, estaba la mariposa que aleteo sus alas y provocó todo ello.

Cerramos el círculo. Cerramos el ciclo de nuestra Academia de Curiosos. Pero volvemos pronto. Reservaos el 11 de septiembre a las 19:00. Ese día, probablemente, volvamos abrir un ciclo con el aleteo de una bellísima mariposa.