Rebelde con causa, sin causa y medio pensionista
Rebelde con causa, sin causa y mediopensionista. Así me quedé tras escuchar a Fernando. Este tío -pensaba- no necesita causas. Lleva la rebeldía (¿o la provocación?) en la sangre.
Es difícil igualar la erudición y el sentido del humor que desplegó Fernando. Atosigaba tanto nuestras entendederas que no resultaba fácil sacar conclusiones. Yo no paraba de hacerme preguntas: ¿Cómo se manifiesta la mansedumbre? ¿Es negativa (y para quién, para la sociedad, para nosotros)? ¿Contra qué hay que rebelarse? ¿Cuáles son las causas sobre las que asentar la rebelión?
Tras la pregunta de Miguel, todo quedó mucho más claro, más poético. Como probablemente diría Fernando, la estética poética ayuda al conocimiento y al entendimiento.
Es inevitable la reflexión tras su clase magistral.
Somos mansos por naturaleza. Sí, amigo, sé que jode (sobre todo a ti, Luis). Pero es lo que hay. Llevamos la mansedumbre en los genes. Somos descendientes de los cobardes, de los que no dieron un paso al frente, de los que evitaron los comportamientos heroicos, de los que huyeron de la primera línea de fuego… Porque la mayoría de los que se rebelaron, arriesgaron demasiado. Murieron jóvenes y, casi siempre, antes de reproducirse y esparcir sus genes para la posteridad. Sí, la mayor parte de los que habitamos el planeta, hoy por hoy, somos bastante mansos. Me atrevería a decir que incluso Fernando. Y, además, exigimos que, a los que no lo son, se les encierre para que no vayan dejando descendientes por ahí. Podría decirse que la mansedumbre es la piedra angular de la civilización. Si eres civilizado, eres manso. Y esto explica perfectamente por qué en casi todos nuestros libros sagrados se nos insta a ser mansos (… bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra…).
Ahora bien, una cosa es ser manso y otra estúpido, hasta volverse gilipollas. Y basta con escuchar la letra de la canción de Jeanette, tan bien traída por Fernando, para darse cuenta de ello. Sí, hay que reivindicar la rebeldía intelectual, la rebeldía contra la mediocridad, la rebeldía contra el conformismo, contra el buenismo y, sobre todo en la sociedad actual, la rebeldía contra lo políticamente correcto. Hay que rebelarse contra las tendencias, la mayor parte de ellas absurdamente alienantes. Hay que fomentar el espíritu crítico. Jamás adoptar algo porque lo hace todo el mundo. Preguntarte por qué sin descanso, ser intelectualmente escéptico, a diferencia de los estúpidamente escépticos -valga como ejemplo los terraplanistas- que tan de moda están ahora… ¡y a los que nos exigen respetar!
No, rotundamente no se puede respetar la estupidez. Hay que escuchar a Ortega y Gasset, que tan acertadamente leyó Fernando, refiriéndose al hombre masa. Me sorprende que Ortega no esté “cancelado”. Seguro que ya ha habido alguien que ha solicitado que a don José se le vete por irreverente, por clasista y por criticar a la sacrosanta sociedad masa. Y lo peor, es que cuando algún estúpido diga que hay que cancelar a Ortega, no faltará quien le apoye.
Esa es la rebelión de la razón que debemos apoyar activamente todos los días. El pasado 19 de marzo comenzamos a hacerlo en la Academia de Curiosos, y, hasta finales de junio, no pararemos.