Rebeldía y valentía dos caras de la misma moneda
Se nos olvida casi siempre: No puedes ser rebelde si no eres valiente. Rebeldía significa levantarse contra lo establecido, desafiar el statu quo, porque estás convencido de que, lo que existe hasta ahora, es injusto, erróneo, negativo o simplemente insuficiente. Y, como no puede ser de otra manera, “lo establecido”, el empecinado statu quo, no va a permitir que cualquiera que argumente de forma distinta, simplemente porque tenga razón, se salga con la suya.
Te propongo algo: piensa en alguna ocasión en tu vida en la que creas que has sido rebelde (si no encuentras ninguna, igual tienes un problema; no creo que todo aquello que te has ido encontrando sea simplemente perfecto…). Tu acto de rebeldía ¿entrañaba algún riesgo? ¿Sentiste en algún momento vértigo, miedo, la sensación de que ponías algo en juego? Si no es así, lo siento, pero no era un acto de rebeldía.
Leopoldo y Lilian, por defender sus ideales, por anteponer su propósito, pusieron todo en riesgo: sus posesiones, su estabilidad, su libertad… y su vida. Pero, como bien dijo Leopoldo, la forma en la que unos pocos miles controlan a millones es el miedo. Por eso, solo cuando un rebelde valiente, que ignora el miedo, les planta cara, empiezan a debilitarse sus cimientos.
Arriesgas todo, y tienes que ser muy valiente, cuando te rebelas, como lo hicieron Leopoldo y Lilian, por salvar a su querida Venezuela y por recuperar a esos ocho millones de compatriotas que, por una razón u otra, tuvieron que huir. Y por ayudar a más del doble, que sufren día a día en Venezuela.
Arriesgas todo cuando, cargado de argumentos, defiendes una visión de la realidad contraria a la que, desde hace siglos, sustenta el poder. Como lo hicieron Darwin, con su osadía de plantear que el ser humano era solo un eslabón de la evolución, o Galileo, defendiendo que era la Tierra la que giraba en torno al Sol y no al revés.
Arriesgas todo cuando defiendes -como no- que las mujeres tienen derecho al voto, como hicieron las sufragistas, o que el ser humano de color es igual y tiene los mismos derechos que el blanco, como hicieron Martin Luther King y Nelson Mandela; por cierto, dos de los que sirvieron de inspiración a Leopoldo en su encierro.
Porque todo rebelde termina siendo, además, un héroe. Como Leopoldo y Lilian.
Sí, amigos curiosos. Rebeldía y valentía son las dos caras de una misma moneda. Así que escoged vuestra causa, ponedlo todo en riesgo, armaos de valor… ¡y a por ello!